Cauca quiere a una consulta por la paz

Foto: Luis E. Celis

No es una exageración afirmar que Cauca tiene la mayor intensidad del conflicto armado y a la vez la mayor movilización social contra la guerra. Allí confluyen los actores de la guerra y los que de manera organizada resisten y buscan respeto a sus comunidades y organizaciones. Por eso la iniciativa de una consulta por la paz, que varias organizaciones indígenas, afros, campesinas y de mujeres, dará mucho de que hablar en las próximas semanas y meses. de ahí que sea pertinente preguntarse por lo que ocurre hoy en el Cauca y de donde viene este largo conflicto y la capacidad para resistirle pacíficamente.

La consulta por la paz, tiene el compromiso del Gobernador Temistocles Ortega, quien desde la campaña electoral se pronunció a favor de buscar salidas dialogadas y negociadas a la violencia que se desarrolla en el Cauca, compromiso que viene ambientando, no solo en el Cauca, sino como iniciativa regional y en ese sentido, hace pocas semanas, en el Municipio de Villarrica, realizo una reunión con la presencia de todos los alcaldes del Cauca y los gobernadores de Nariño y la Gobernadora (E) del Valle y cuya declaración publica no deja dudas de este compromiso: En ejercicio del Derecho Constitucional a la paz nos declaramos en movilización permanente a efectos de crear una gran fuerza moral y política que facilite el camino a la paz y la negociación del conflicto. De igual manera, apoyamos las iniciativas de la sociedad civil como la consulta por la paz”.

Los indígenas del Cauca están promoviendo una consulta ciudadana por la paz para frenar la guerra brutal que se vive en su territorio. Esta sería quizá el oxígeno que necesita el país para pasar de una agenda bélica a una que se plantee el fin del conflicto.

Para Jesús López, dirigente social del Comité de Integración del Macizo, que agrupa a organizaciones comunitarias de los municipios de esta región del Cauca, la consulta por la paz es una “Iniciativa de comunidades, que asumen el artículo 22 de la Constitución nacional, en el sentido de que la paz es un derecho y un deber, todos tenemos que actuar en ello y por eso la Consulta por la paz que vamos a desarrollar en el Cauca, es una iniciativa para darle fuerza ciudadana y comunitaria a la construcción de la paz. La guerra ha dejado consecuencias funestas, no podemos seguir prolongando esta agonía de la muerte, paremos la guerra”.

En un departamento como el Cauca, donde la violencia es pan de cada día es pertinente preguntarse por lo que ocurre hoy en el Cauca y de donde viene este largo conflicto y la capacidad para resistirle pacíficamente.

Son dos las regiones del Cauca, las más afectadas por las dinámicas de violencia. Una es la región montañosa del nororiente que rodea el Volcán del Huila. Contempla la parte alta de los municipios de Toribío, Corinto, Jambaló, Miranda, Caloto, Santander de Quilichao, Caldono y Páez, poblada principalmente por indígenas de la etnia Nasa. Allí confluyen los departamentos del Valle, Tolima, Huila y Cauca.

La otra es la zona que va desde la vertiente occidental de la cordillera occidental hasta la Costa Pacífica. Abarca a los municipios de El Tambo, Balboa, Argelia, Timbiquí, Guapi, López de Micay, y se proyecta hacia el norte del departamento – con una acción sostenida de violencia –, a municipios como Morales, Suárez y Buenos Aires.

La presencia de FARC es de larga data. De hecho el norte del Cauca es, junto al sur del Tolima, la zona histórica de ese grupo insurgente; igualmente el ELN  se asentó allí desde finales de los años setenta y siempre han existido bandas de pájaros y paramilitares de distintas denominaciones. Hoy hacen presencia grupos armados vinculados a los “Rastrojos” que se disputan el territorio con la guerrilla y en medio de esta geografía de violencias se halla la fuerza pública. En el 2011, el Cauca, fue la zona de mayor iniciativa armada de las FARC, donde realizó el mayor números de acciones por departamento y en lo corrido de este año, esta situación se mantiene, pese a una fuerte presencia de la fuerza pública y un esfuerzo sostenido por neutralizarlos.