Por Colectivo Lucas Villa
En Colombia los partidos progresistas, los movimientos, los líderes y líderesas sociales vivimos lo que
denominamos “tiempos confusos”. Pareciera que seguimos sin darnos cuenta de la importancia de la unidad
popular para enfrentar los retos que los cambios históricos demandan: nos dejamos dispersar en debates
bizantinos o sectoriales que poco aportan la construcción de esa Otra Sociedad que, en últimas, es la lucha de
clases. Si no nos unimos continúa el holocausto, la historia de nuestro país nos habla con hechos
contundentes: el genocidio político continuado, fundamentalmente a través del terrorismo de Estado y la
violencia paramilitar, (basta recordar lo ocurrido a la Unión Patriótica), los egos y las conveniencias personales
son ingredientes que se oponen al objetivo central que esta coyuntura exige.
El medio, considero, es avanzar hacia la construcción de un partido unitario, que se proyecte hacia la
consolidación de un frente amplio y popular, a esto debemos apuntarle quienes tenemos liderazgo social y
político dentro de los sectores populares. Enfrentamos un enemigo poderoso compuesto por la élite feudal terrateniente, banqueros, políticos clientelistas, narcos e industriales, estos sí unidos para defender los privilegios que han obtenido sin escrúpulo alguno, por siglos han explotado a la clase obrera, desplazado al campesinado y a los habitantes rurales de
sus territorios ancestrales, ordenando masacres, magnicidios y asesinatos selectivos o masivos de líderes
sociales y de toda persona que se oponga a sus pretensiones, además se han robado el erario a través de la
corrupción.
Una clase elitista que antepone su poder a la dignidad humana, que entrega los recursos al imperio
del norte, que a su vez se articula a él para mantener sometida la población por diferentes medios como la
prensa hegemónica que fabrica mentiras que a fuerza de repetirlas las hacen pasar por verdades que calan en
personas con poca formación política.
El acumulado de luchas populares, sindicales, estudiantiles y campesinas se potenciaron en el estallido social
que inició el 21 de noviembre del 2019, continuó con el levantamiento en Bogotá a finales de 2020, luego del
asesinato del Abogado Javier Ordoñez a manos de la policía, que se saldó con once homicidios cometidos por
las fuerzas del Estado; y tuvo su punto de ebullición a partir del 28 de abril de 2021 con el resultado de más
de cien muertos, decenas de mutilados oculares, violación de más de cuarenta mujeres, desaparecidos y
centenares de presos.
La lucha fue intensa y se extendió hasta mediados de junio; se logró tumbar la reforma tributaria, la renuncia del ministro de hacienda y a la vez lo más importante: la creación de un tejido político-afectico entre una masa significativa del pueblo Colombiano, que creó las condiciones para el triunfo electoral del 2022 del compañero-presidente Gustavo Petro y un número significativo de curules aunque no logramos la mayoría necesaria para adelantar fluidamente las reformas del programa de gobierno.
Tenemos el gobierno, no así el Estado ni el poder. El imperativo categórico para el 2026 es ganar las tres
elecciones (presidencial, senado y cámara) y ahí sí adelantar las reformas tan necesarias, las Asambleas
Departamentales Populares y la Asamblea Nacional Popular pueden ser el mecanismo para lograr este magno
objetivo, y a partir de estas crear un partido unitario que lidere luego la formación de un frente amplio que se
base en los tres siguientes criterios:
1. Soberanía nacional, que seamos autónomos para tomar nuestras propias decisiones como nación,
manejar los recursos de la nación para beneficio popular, eliminar la doctrina del enemigo interno
en nuestras fuerzas armadas excluyendo la tutoría imperial del comando sur.
2. Que el nuestro sea un partido-movimiento que se oxigene con líderes y lideresas de los procesos
organizativos de base, que permita la evaluación de los electos y de los dirigentes, quienes lleguen a
posiciones directivas sean por procesos democráticos internos donde se reconozcan los méritos de
quienes se los tengan.
3. Que las riquezas del país (tierra, vivienda digna, educación, salud, sueldos justos, pensiones) sean
para el disfrute de toda la población, que se garanticen los derechos.
LA DIVISIÓN ES EL PRELUDIO DE LA DERROTA
VIVA LA UNIDAD DEL PROGRESISMO Y LA IZQUIERDA EN COLOMBIA