Avanzar aún al costo que sea

Por Walter Aldana

Hablar del Cauca en los escenarios nacionales e incluso en los grandes medios de comunicación se ha reducido a dos problemas centrales para nuestro desarrollo: el orden público y los cultivos de hoja de coca. La estigmatización sobre los territorios y sus habitantes es cada vez mayor, pasando de la murmuración institucional al señalamiento directo y televisado de espacios geográficos de la patria donde se conjugan los problemas antes señalados.

Y claro está que es imposible desconocer el crecimiento de las estructuras armadas: el gobierno Duque las vio crecer y Petro les tendió la mano con su política de paz total con el propósito de negociar asuntos claves como reforma agraria, justicia social y ambiental, acceso a la educación superior y, por supuesto, la sustitución voluntaria de los cultivos de uso ilícito.

Esta última en el entendido de que se trata de una problemática supranacional y que solo su legalización acabaría tan lucrativo negocio y que tanto respecto al PNIS, con el incumplimiento de los compromisos con los campesinos, como al llamado “desarrollo territorial”, tan parecido al médico que formula sin preguntar qué le duele al paciente, se avizora el fracaso de la «nueva» política de sustitución. Ello sin desconocer los logros de la política de interdicción aplicada por el gobierno para enfrentar al narcotráfico.

Pensarnos el Cauca con la participación de todas y todos es la fórmula básica y elemental para enfrentar los problemas que nos aquejan, aplicando el sentido común que hemos perdido por estar enfrascados en grandes discusiones y disertaciones sobre el desarrollo regional, que tantas veces le he escuchado a los funcionarios nacionales, como si recitaran una poesía.

Escuché las declaraciones a Caracol del secretario de Gobierno del Cauca, a raíz de las bárbaras acciones militares de las disidencias de Farc a plena luz del día. Expresó el funcionario que el pacto Cauca, antes misión Cauca, cuesta $12 billones. Y me pregunté: ¿por Dios, «de dónde limonada si no hay limones», o acaso el presupuesto de la nación no está desfinanciado?

Siempre serán mayores las necesidades que los recursos disponibles. Debemos atinar en decidir cómo se invierten los pocos dineros existentes, para lo cual se requiere que el ejecutivo regional no se quede en enviar mensajes por X y convoque a la ciudadanía para sentarnos y colocar sobre la mesa lo que nos divide, para concretar unos acuerdos mínimos de coexistencia pacífica en el departamento, con la participación incluso de las expresiones armadas (diálogos humanitarios).  Como decía mi abuelita: “al toro …por los cachos”.

Si logramos el consenso con todas las fuerzas vivas de este bello pedacito de patria, se darán otros temas de qué hablar y dejarán de señalarnos en el resto del país como guerrilleros y narcotraficantes.