Hay cartas que nos alegra recibir, hay otras que nos suelen animar y otras más que nos transmiten afectos, cuando son los amigos quienes nos escriben.
La tuya León Valencia, que hiciste pública y de la cual soy destinataria, me alegró mucho leerla, me ha dado aliento y la he sentido cargada de afecto.
Fue la misma percepción de alegría, ánimo y afecto, que sentí cuando ingresé el pasado 15 de noviembre al auditorio de la Universidad Pedagógica, para participar en el V Congreso de la Unión Patriótica. Allí estaban cientos de militantes, simpatizantes y amigos, provenientes de la cultura, de la política, de las negritudes, de los indígenas, de los jóvenes, de las amas de casa, de las mujeres, de los movimientos sociales y de los ecologistas, entre otros.
Allí estuvieron cientos de demócratas procedentes de todas las regiones de Colombia y también decenas de asilados políticos radicados en Europa, Norte América y América Latina, acompañados por importantes delegados internacionales.
Es la alegría del encuentro y el afecto colectivo de la solidaridad que alientan la unidad popular que, como bien lo planteas, debe trascender la unidad de la izquierda, que es un paso indispensable, e ir aún más allá para conformar un gran frente amplio y generoso, cuya consigna se escuchó con fuerza en el V Congreso de la UP.
Un gran frente de unidad donde converjan las más diversas vertientes progresistas, democráticas, patrióticas e independientes. Donde estemos todos los hombres y mujeres que anhelamos la paz y el progreso social. Un frente amplio que también trascienda el afán táctico de la búsqueda del umbral electoral y que vaya mucho más allá, porque esa gran convergencia, ese enorme y amplio encuentro unitario, es un imperativo histórico de carácter estratégico para construir entre todos el país que soñamos: en paz, sin exclusiones, democrático, soberano y justo.
Ese fue mi mensaje al País desde el V Congreso de la Unión Patriótica, que hoy ratifico con el anhelo de que sea ampliamente acogido.
Me alegra y alienta tu carta porque se que eres un hombre libre, que conoces la guerra y que amas la paz, que sabes que no hay salida militar a la crisis, que has conocido el exilio forzado bajo el apremio de la “guerra sucia” y que te
conmueves ante la indignante concentración de la riqueza, de la tierra, y de los bienes públicos, explotados por una minoría inescrupulosa que también se lucra convirtiendo en mercancía el derecho a la salud, mientras la mitad de los colombianos apenas sobrevive en el umbral de la pobreza absoluta.
Gracias por tu carta apreciado León, te espero en ese gran frente amplio porque Colombia ha estado siempre en el centro de nuestras preocupaciones.
Aida Avella Esquivel