«Ha sido errática la conducta del candidato/Presidente en el caso Petro.»
El Presidente Santos olvida con frecuencia por estos días su condición de jefe de Estado. Bogotá es el caso más elocuente. Frente a ella se comporta simplemente como candidato en busca de su reelección. Y actúa con el calendario electoral en una mano y las encuestas en la otra. Lo malo es que las cosas no le han salido como sus asesores y encuestadores le han dicho. Y ha terminado dándose tiros en los pies.
Ha sido errática la conducta del candidato/Presidente en el caso Petro. Empezó prometiendo acatar las decisiones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos cuando el Procurador lo presionaba para que ejecutara de inmediato la destitución del Alcalde. Y cuando la “tutelatón” del Petrismo estaba en pleno furor y había logrado parar la sanción disciplinaria contra el burgomaestre capitalino. Luego, cuando la CIDH solicitó las medidas cautelares en favor del Alcalde, que significaba mantenerlo en el cargo mientras se producía una decisión de fondo y con ello evitar un daño irreparable en sus derechos políticos y el de sus electores, Santos en tiempo récord las desacató y sacó a Petro del Palacio Liévano. Se inventó una jurisprudencia curiosa como argumento: que los derechos políticos no pueden ser considerados derechos fundamentales y que los pronunciamientos de organismos del Sistema Interamericano de Derechos Humanos, como la CIDH, no son vinculantes para el Estado Colombiano.
Pero al Candidato/Presidente le salieron mal las cuentas. Pensó que la decisión del Consejo de Estado sepultaría la cadena de tutelas interpuestas en favor del Alcalde. No contaba con otra decisión del mismo tribunal lo obligaría a acatar las medidas cautelares solicitadas por la CIDH y restituir a Petro de inmediato a su cargo. Le recordaron que los convenios internacionales hacen parte del bloque de constitucionalidad de nuestra Carta Política y que uno de nuestros activos democráticos es el acatamiento del derecho internacional. Trastabillando jurídicamente de nuevo se apresuró a instaurar una demanda contra la tutela que acababa de acatar, exponiéndose a que sí la gana proceda de nuevo contra la permanencia de Petro como Alcalde. Y condenar por esa vía la ciudad a un “eterno retorno” jurídico.
Es probable que el candidato/ Presidente tenga una mala asesoría jurídica. Que algún sectario antipetrista al frente de su campaña en Bogotá le esté aconsejando barrer a Petro para ganar el favor electoral de quienes no se sienten satisfechos con la gestión del Alcalde. Que le hayan sugerido utilizar la Alcaldía para sus propósitos reeleccionistas. O que alguna encuesta de Palacio le haya indicado aplicar la destitución de Petro en algún momento de caída de su popularidad. Pero ello no lo salva de su enorme responsabilidad por el momento de inseguridad jurídica que vive la capital. Y por la sensación de zozobra que invade a los bogotanos.
Si el candidato Santos hubiese acatado desde el principio las medidas cautelares solicitadas por la CDIH se hubiese evitado la caída en las encuestas en la Capital y como Presidente le hubiese ahorrado a Bogotá el vértigo institucional que hoy padece. Si hubiese actuado como Presidente, seguramente le hubiera ido mejor como candidato.
Por: Antonio Sanguino @AntonioSanguino
Tomado de: http://www.kienyke.com/kien-escribe/regreso-gustavo-petro/