¿Cuáles intereses defenderá la bancada uribista en el Congreso?

La gran novedad de la legislatura que comienza es la presencia de dos alas de la oposición a la Unidad Nacional de Santos, situadas a la izquierda y a la extrema derecha del  espectro político.

En cuanto a la bancada uribista, representada en 20 Senadores y 19 Representantes, es una buena noticia para la democracia colombiana que la extrema derecha le apueste al juego institucional, sin la tentación de combinar todas las formas de lucha, incluidas las ilegales y violentas.

Su actuación en el Congreso estará signada por varias tensiones, empezando por las judiciales alrededor de la condena judicial y huída de Andrés Felipe Arias por el fraude de Agro Ingreso Seguro. Esta se une a los casos de María del Pilar Hurtado por las chuzadas del DAS y Luis Carlos Restrepo por fraude al proceso de paz. Lo que Uribe denuncia como persecución  política no es más que la reacción de la justicia a la corrupción y a la ética del “todo vale”, que se instauró durante la época uribista en el gobierno.  Uribe mismo, como Senador, se verá sometido al acoso de la izquierda parlamentaria por sus responsabilidades en la corrupción y en la parapolítica. Varias denuncias en contra suya ante la justicia nacional e internacional, presagian además un gran debate en la opinión pública.

La tensión programática estará centrada en su oposición al proceso de paz. Ya José Obdulio Gaviria ha anunciado que el Centro Democrático pretende convertirse en el “Tea Party” del Congreso colombiano con sus posiciones sectarias y fundamentalistas. Fue derrotado en las elecciones presidenciales pero su bancada en el Congreso no es despreciable y su influencia en sectores regionales y de opinión sigue siendo importante.  En un país semianalfabeto políticamente como es el nuestro, la estrategia uribista que combina la exacerbación de los temores sociales (a la pobreza, a la violencia) con la propaganda de eslóganes fáciles como el “castrochavismo” o la misma “seguridad democrática”, sigue haciendo daño a la cultura política colombiana.

Pero, ¿qué representa realmente el uribismo?

El uribismo en el Congreso no representa, como se ha dicho, de modo homogéneo a las élites regionales tradicionales frente al centralismo de la aristocracia bogotana de Santos, Vargas Lleras, Pardo y Samper, como sí sucedió con el Turbayismo durante el proceso que condujo al Consenso de San Carlos; la nieta del expresidente Guillermo León Valencia (Paloma) no representa a la aristocracia del Cauca, ni el hijo del excanciller Araujo (Fernando Junior) representa a la aristocracia cartagenera dos de las más antiguas del país, en este caso tenemos que decir que “una paloma no hace verano”.

El uribismo ni siquiera representa a las élites híbridas, mezcla de tradicionales con emergentes,  que en el caso de la Costa Atlántica definieron la elección presidencial a favor de Santos con el “Ñoño” Elías y Musa Besayle al frente acompañados de un personaje como Yahir Acuña Cardales por los costados,  la causa fundamental es que ellos necesitan hacer distancia de la parapolítica; por tal razón, aceptan el proceso de paz con las FARC en la búsqueda de legalización, a través de la Ley marco para la paz que los incluya de alguna manera; las élites que adhieren al proyecto político de Uribe constituyen una minoría representada por los hijos de los grandes caciques antioqueños Fabio Valencia Cossio (Santiago), ido a menos y con un hermano en la cárcel y Luis Alfredo Ramos (Alfredo Junior) preso por parapolítica.

El uribismo no representa a las élites emergentes de modo singular pues tiene muchos competidores en lo demás partidos,  basta observar la composición partidista de los implicados en la parapolítica; en el aspecto puramente electoral utilizará su presencia en el Capitolio para tratar de forjar alianzas con miras a las elecciones regionales; el Centro Democrático representa poco menos de la quinta parte del Congreso de la República y constituye una amalgama de fuerzas unidas alrededor de un jefe carismático con un discurso monotemático, su “hándicap” está en los disidentes del partido  Conservador y pare de contar; quizá la mejor carta es la excandidata presidencial Marta Lucía Ramírez en Bogotá y una apuesta retadora en Medellín y Antioquia; en las regiones se enfrenta al lodazal de las redes políticas en competencia donde será muy difícil actuar como cuña y en el espinoso camino de las alianzas corre el riesgo de incurrir en graves contradicciones.

En los ámbitos regional y local el uribismo enfrenta el reto de la mermelada, todos los senadores, jefes de una red política en competencia, tienen claro que para poder negociar con el gobierno deben crear, mantener o aumentar sus espacios o nichos de poder regional; es decir, que existe un ciclo dinámico entre las elecciones de significancia nacional para presidencia, senado y cámara con las de significancia regional y local para gobernaciones, alcaldías, asambleas departamentales y concejos municipales; las estructuras político-electorales de los senadores se construyen alrededor de las alcaldías que logren elegir durante este ciclo bianual que tiene su próxima parada en octubre de 2015, esto lo saben muy bien porque lo sufrieron de modo doloroso  “Juancho” López y su esposa Arleth Casado cuando perdieron 12 de sus alcaldías en Córdoba o la familia Araujo en el Cesar frente al poder casi hegemónico de la familia Genecco.

El uribismo sí representa de modo consistente a las élites ligadas a la tierra especialmente aquellas vinculadas al origen del paramilitarismo como los ganaderos, palmicultores y bananeros; su agenda legislativa impedirá cualquier intento de gravarlos con renta presuntiva, de actualizar el catastro rural con miras a aumentar la capacidad de recaudo de los municipios, de que se logren avances significativos en la política de restitución a través de la ley de  tierras y la ley de víctimas, a la cuales se oponen de manera sistemática; y desde luego la bancada uribista se opondrá radicalmente al Proceso de Paz quizá utilizando la táctica de Benitín y Eneas, algunos alfiles (José Obdulio y la Cabal) lo harán con un discurso estigmatizador tipo señalamiento de castro-chavismo y otros (Rangel, Everth Bustamente) con argumentos racionales y académicos.

En otros aspectos el uribismo será más sutil; por ejemplo al tratar de alimentar el discurso de sectores cuasi golpistas de los militares retirados tal como sucedió con el argumento propagandístico del debilitamiento  de las Fuerzas Armadas, como consecuencia de las conversaciones de paz en La Habana; en estos temas  manejarán las tácticas argumentales de las que en los Estados Unidos se conocen como “élites en la sombra”, una de ellas  gira alrededor del legado conocido coloquialmente como “el cuidado de los 3 huevitos”; con la que pretenden prolongar en el largo plazo y darle continuidad a políticas desarrolladas durante los 8 años de Uribe en la presidencia.

*En su orden Director Ejecutivo de la Corporación Nuevo Arco Iris CNAI, Fernando Hernández Valencia, e investigador del Observatorio del Conflicto Armado y el Postconflicto de la CNAI,  Hernán Pedraza Saravia.