Sociedad, intelectuales y Corporation

Por Tigrillo Lanudo

La sociedad civil colombiana debería estar participando en la formulación de los planes de desarrollo municipales a los que obligatoriamente deben convocar los alcaldes recién posesionados. La sociedad civil podría también involucrarse en las discusiones sobre los Planes de Ordenamiento Territorial –POT- que este año deben actualizarse en muchos municipios. La sociedad civil debería ser convocada en los territorios para debatir cómo se construye un partido único progresista sin los chantajes ni burocracia ni vanidades de las estructuras políticas que ya tienen personería jurídica. La sociedad civil podría estar en las calles exigiendo la elección inmediata de la nueva Fiscal. La sociedad civil debería estudiar El Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026 para hacer que los nuevos planes de desarrollo municipales se rijan por los lineamientos de aquél, es decir, el ordenamiento del territorio alrededor del agua, la seguridad humana y la justicia social, el derecho a la alimentación, la transformación productiva y la acción climática, y la reducción de brechas sociales y económicas. La sociedad civil podría ser llamada a reflexionar sobre las propuestas separatistas y paraestatales del gobernador de Antioquia y alcalde de Medellín, con el fin de reclamarles se dediquen a gobernar y no a hacer política y sedición abusando de sus investiduras. La sociedad civil debería hacer derechos de petición sobre el origen de los bienes de los alcaldes y gobernadores de todos los departamentos. La sociedad civil podría …

Ocurre que la sociedad civil es una denominación manoseada, usada para justificar acciones contra las ideas progresistas, es decir contra las nociones de libertad, democracia, justicia social, paz, fraternidad, igualdad de oportunidades, desarrollo sustentable, educación para todos, transición energética. María Fernanda Cabal –jefa de la oposición- dice que “la sociedad civil rechaza al gobierno de Petro”. Javier Milei dice que “la sociedad civil lo apoyó en las urnas para derrotar a la casta política”. Meten en esa definición a la gente de a pie, a los trabajadores, a los excluidos, a los más golpeados por el orden dominante.

¿Podemos afirmar que la sociedad civil votó por Milei para que devolviera a la Argentina a 100 años atrás? ¿Cómo se explica que la sociedad civil esté votando por la incivilidad? Ocurrió que sectores direccionados y engañados de la sociedad civil votaron para que les quitaran sus derechos conquistados por fuerzas progresistas en el pasado. Muchos que votaron por Milei ya empiezan a aguantar hambre, a darse golpes de pecho. Quizás podamos acuñar el término “sociedad incivil” para referirnos a esa parte de la sociedad que se niega sus derechos ciudadanos, es decir se hace el harakiri. En varios países del mundo, la ultraderecha está llevando a gran parte de la sociedad civil a convertirse en incivil al convencerla de que sus proyectos antidemocráticos a favor exclusivo del capital-ganancias y contra el trabajo-salarios son la mejor opción para desarrollar los países. Milei prometió “libertad, riqueza y prosperidad para toda la Argentina”, pero para dentro de 35 años cuando todos estén muertos. Y la sociedad incivil votó por este paraíso perdido.

Incivilidad no sólo consiste en lo que es ordinario, incorrecto, necio, falto de educación, sino también lo que niega la cultura de los derechos humanos conquistada a través de siglos de luchas de nuestros antepasados. La ultraderecha mundial recurre a promover valores que socavan y desvirtúan la civilidad y la cultura, entre ellos la baja calidad de la educación, la propaganda invasiva de modas y figuras banales, los antivalores que degradan la vida humana. La estrategia comunicacional heredada de Goebbels y Mussolini está operando a toda máquina; la falsa información, la manipulación, los bulos, las infamias, la grosería y la incivilidad son el pan de cada día en los medios empresariales de comunicación.

El intelectual es, ante todo, un estudioso de la realidad que produce conocimiento nuevo. Hay intelectuales conectados con la historia civilizatoria y progresista de los pueblos; como también los hay que construyen narrativas de falso progreso y legitimación de la barbarie. Así como existen intelectuales que denuncian con argumentación rigurosa el genocidio del pueblo palestino, así también existen intelectuales que justifican el derecho del Estado de Israel a defenderse de la manera ignominiosa en que lo está haciendo. Este cuadro de antagonismos en la interpretación de los acontecimientos se repite para todos los conflictos y controversias. La historia de la humanidad ha sido la historia de la lucha de clases, y derivada de ésta, la lucha de las ideas. Las ideas de libertad, democracia, justicia social, fraternidad, no nacieron solas; nacieron en el fragor de la lucha entre clases e intraclases sociales. Dentro de una misma clase social también se producen conflictos, y esto tiene consecuencias en la batalla de las ideas.

El dominio económico, político y cultural del mundo de hoy se basa fundamentalmente en el lavado cerebral de las masas, de la sociedad civil, de la sociedad incivil. Controla las mentes y tendrás toda la materia. No es casualidad que desde el siglo XX se hayan institucionalizado los famosos think thanks o tanques de pensamiento. En su gran mayoría están al servicio de los gobiernos; son conformados por especialistas en diversas materias que abordan todos los asuntos públicos. Son centros de pensamiento, laboratorios de ideas, que están permanentemente produciendo análisis de coyuntura, matrices DOFA (debilidades, oportunidades, fortalezas, amenazas), recomendación de acciones a ejecutar, proyección de distintos escenarios posibles. En estos tanques de pensamiento también actúan intelectuales, cuyo principal papel es defender unos “valores”, reforzar y propagar ideologías.

Encontramos entonces dos grandes ejes en los que se basa la ultraderecha para conseguir electorado y poner gobiernos a su favor para que reine la incivilidad. Por un lado, las empresas mediáticas, por el otro las empresas de los tanques de pensamiento. Es aquí donde los intelectuales progresistas pueden demostrar su capacidad y creatividad para contrarrestar esas poderosas fábricas de pobres de derecha, y más pobres en sus condiciones de existencia. Es crucial y determinante su papel en la conexión que logre con la sociedad civil. El intelectual progresista podría ser más cercano a lo popular, irradiar con mensajes sencillos y claros una mayor audiencia. Se normalizó que los intelectuales sólo lleguen a minorías también intelectuales; pero la forma marketing-redes sociales de hacer política exige romper con ese hilo. También se convirtió en dogma que los intelectuales prefieran estar al margen de cualquier proyecto político, con la excusa de que tomar partido los lleva a perder independencia de pensamiento frente a cualquier postura o líder político.

Los que no se sonrojan ni guardan las apariencias son los intelectuales “libertarios, defensores de las sociedades pro mercado”. Es el caso del chileno Axel Kaiser, presidente de la Fundación Alianza para el Progreso (¿les suena?), un economista, filósofo político y escritor, quien fue coach de primera línea de Javier Milei en su campaña a la presidencia de Argentina. Kaiser emula las teorías de Friedrich von Hayek y Milton Friedman, justamente los ideólogos contemporáneos del neoliberalismo; es un furibundo crítico de las “ideas colectivistas de la izquierda”, en la que incluye a Petro y Boric; defiende los regímenes autoritarios de Pinochet, Álvaro Uribe y Bukele, a pesar de sus “costos en derechos humanos”. Ayudó con sus postulados de extremo liberalismo para que Milei triunfara en todas las provincias argentinas menos en tres, con 10 puntos porcentuales por encima de Massa en todos los estratos sociales. Es muy probable que Alex Kaiser sea uno de los coaches de la candidatura de María Fernanda Cabal en el 2026 o de quien sea el candidato de la ultraderecha en Colombia. De ahí que la tarea para conectar a la sociedad civil pro dignidad con los intelectuales que no se sonrojan por defender la democracia y el gobierno de Gustavo Petro, sea un reto inmenso.

Un tercer eje en el que se sustenta la ultraderecha para retomar el gobierno nacional en el 2026 es el poder económico del narcotráfico. La sociedad civil-incivil está deslumbrada y comprada por los narcos. Un narcopolítico y exmilitar condenado como Hugo Aguilar es un Dios en Santander. Y qué decir de Alex Char y Fico Gutiérrez. El narcotráfico va a tener enorme incidencia en las elecciones presidenciales próximas repitiendo el libreto que aplicó en las elecciones regionales en Antioquia donde aseguró los triunfos aplastantes de sus testaferros programáticos Andrés Julián Rendón y alias Fico. Va a arreciar la compra de votos y la influencia en el Consejo Nacional Electoral y la Registraduria para no tener el descalabro que padeció con Rodolfo Hernández en el 2022. La empresa transnacional del narcotráfico ya consiguió las presidencias de Perú, Ecuador y Argentina. Irán con toda para recuperar la de Colombia.

La ultraderecha colombiana ya está preparando la retoma desde su cuartel general en Medellín. Habrá triangulación con Barranquilla y Cali. Saboteo, conspiración y retoma caminan de la mano, aceitadas con el eje narcotráfico y perfumadas con empresas mediáticas y think thans. Este es el contexto de los próximos 2 y medio años que no se puede perder de vista. Estudiar los movimientos de la ultraderecha es un imperativo para los intelectuales y la dirigencia progresista, para en articulación con las bases planificar cómo contrarrestar sus nocivos efectos. Volvemos a insistir, estamos ante una feroz lucha de clases; en estos tiempos es más corporativa. Nótese cómo son empresas transnacionales unidas las que intentan desestabilizar un gobierno democrático para que luego otra gran empresa se tome el poder. Empresas mediáticas, empresas think thanks, empresas transnacionales del narcotráfico. Todas trabajan para la invisible empresa de la Corporation.

El fin último de la ultraderecha es conseguir el Estado Corporativo, es decir, la fusión entre las empresas privadas y las empresas del Estado, además con todo el aparato burocrático estatal. La democracia que Estados Unidos ha propuesto e impuesto al resto del mundo es la democracia de las empresas transnacionales, en la que éstas se apropian de los Estados nacionales y son las que toman las decisiones de políticas públicas. Ésta es la propuesta de Milei; Argentina tendrá nuevos dueños si el pueblo argentino no reacciona con vigor; Argentina ya está en venta, aunque las pancartas de las marchas contra Milei digan “Argentina no se vende”. Las empresas públicas se van a privatizar, van a cobrar los derechos fundamentales de los ciudadanos, se terminan todas las ayudas a los más empobrecidos. Corremos el riesgo de volver al absolutismo de la edad media en el sentido de convertirnos en siervos, ya no de la gleba, sino del capital mundial.

Los capitales transnacionales que invierten en los sistemas de salud, educación, pensiones, contratación de obras públicas, están ansiosos de ingresar a los países candidatos a convertirse en Estados corporativos. Es la famosa ley de la reproducción ampliada del capital con los ciclos D – M – D´; Dinero – mercancía – Dinero multiplicado. Sólo que en este caso es D – S – D´, es decir Dinero – Servicios – Dinero multiplicado; la mercancía serían los servicios de la salud, la educación, las pensiones, etc. Esta reproducción está motivada en la tasa de ganancia y el crecimiento económico. Conforman la lógica del capital que se extendió por todo el planeta y prácticamente rige los sistemas económicos-sociales y políticos de todos los países. Es la nueva religión que mueve las ambiciones individuales y colectivas, religión que lleva a dogmas como el crecimiento económico permanente como si los recursos naturales y el espacio fueran infinitos. Esta lógica que conduce a la depredación de recursos puede finalmente llevar a la extinción de la especie humana. Lo único que cuenta es la tasa de retorno económico, no la sustentabilidad de la vida.

La lucha política hoy es entre los defensores del Estado protector de los derechos ciudadanos y el Estado Corporativo al servicio de la reproducción ampliada del capital internacional. Si el proyecto del gobierno del cambio no tiene continuidad, los esbirros de ese Estado Corporativo (gobierno de ultraderecha) abrirán las puertas para que éste se instale. Esto explica también las dificultades para aprobar la reforma a la salud y las que tendrán las próximas reformas. Las reformas estructurales progresistas son una barrera de contención a la avasallante reproducción ampliada del capital en sectores sensibles al bienestar de los pueblos. El Estado Corporativo es la modalidad moderna de la apropiación de nuevas plusvalías, nuevos excedentes que generan otras producciones distintas al trabajo asalariado y el capital financiero.

Lo que está en juego en las próximas elecciones es la desaparición de un Estado no sólo protector de los derechos fundamentales, sino regulador del mercado, promotor de desarrollo económico y controlador de sectores económicos estratégicos de la nación. Este Estado en ejercicio de sus deberes constitucionales evita la exagerada concentración de la riqueza, la redistribuye y neutraliza las desigualdades sociales. Es un forcejeo entre un modelo económico pro éxito – ganancias – mercado, en el que los individuos quedan en la “digna libertad de arreglarse la sobrevivencia sin que ninguna entidad lo interfiera” (concepción de los libertarios Milei y Kaiser), y un modelo económico social, donde los individuos cuentan con el respaldo del Estado.

Ahí están descritas las opciones: el Estado exclusivamente para reproducir el capital internacional, y el Estado para reproducir la dignidad y el bienestar humano sin desmedro de las empresas. Si las elecciones fueran el próximo domingo, en Antioquia votarían mayoritariamente por la primera opción, sólo para que no sigan gobernando “los zurdos que no quieren a Antioquia”, justamente la narrativa del gobernador y el alcalde. La sociedad antioqueña votaría por la incivilidad.