Por Luis Sánchez Puche
Un militante de la vida, nacido para servir, cabalga sonriente por las praderas de lo
desconocido; con seguridad utilizó la palabra como moneda de cambio para para pagar el
barquero; un morral cargado de utopías acompaña su andar junto a la esbeltez de su
liderazgo político y social; va dejando una estela de derechos en cada paso andado en ambos
mundos mientras transita “por los viejos sitios donde amó la vida con el pan al sol, la mesa
tendida,soñado el regreso” como dice la canción de Isella y Tejada; seguramente, una botella
de licor, sus canciones favoritas, un buen libro y algo más lleva en su viaje.
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