El futuro de Los Rastrojos

Foto: archivo revista Arcanos / cortesía Semana.

Luego de la muerte de alias Cuchillo, en Mapiripán Meta, en diciembre de 2010, el general Oscar Naranjo afirmó que la eficiencia de la fuerza pública venía en aumento, ya que mientras hace dos décadas un capo del narcotráfico prolongaba su existencia por 12 o 13 años, actualmente la Policía solo tarda dos años en capturar o dar de baja cada nuevo capo. Dicha afirmación trae dos argumentos de fondo.

El primero, que cortando la cabeza visible de una organización criminal esta estructura empieza a desmantelarse. El segundo, que la eficiencia de la fuerza pública se mide por el número de capturas o muertes, y no tanto por la circulación de mercancías de los diferentes mercados, por la cantidad de dinero que mueven estas actividades ilegales o por los niveles de penetración institucional y socialde las organizaciones criminales. Así, el mejor policía es aquel que captura más personas o que mayores incautaciones realiza.

La captura de Diego Rastrojo se inscribe en esta doctrina, ya que su detención pone fin a una de las últimas figuras emblemáticas del antiguo Cartel del Norte del Valle. Durante años Diego Rastrojo mantuvo un perfil bajo dentro de esa organización, pero una vez comenzó la disputa entre Wilber Varela (o Jabón) y Diego Montoya (Don Diego), Diego Rastrojo recibió de Varela el encargo de conformación un ejército privado que luego se llamarían Los Rastrojos, mientras que Don Diego fundaba Los Machos.

La historia de los Rastrojos se podría resumir en guerras internas y guerra de delaciones. En septiembre de 1998, José Orlando Henao Montoya, jefe máximo del Cartel del Norte del Valle, se entregó a las autoridades y fue recluido en el pabellón de alta seguridad de la cárcel Modelo. Después de dos meses de haberse entregado, fue asesinado por José Manuel Herrera, hermano parapléjico de Hélmer “Pacho” Herrera, en retaliación por el homicidio ocho días antes de éste en la cárcel de Palmira, Valle del Cauca. Así luego de la muerte de José Manuel el Cartel del Norte del Valle se dividió en dos bandos. El primero lo componían Rasguño, Don Diego y Juan Carlos Ramírez Abadía, conocido como Chupeta. Por el otro lado estaban Varela y los restantes hermanos Henao, entre ellos el Mocho o Arcángel.

Los Rastrojos lograron un rápido crecimiento en todo el país, gracias a que cooptaron sectores importantes de la Policía colombiana. De hecho, el “padre” de la inteligencia de esa institución, el coronel Danilo González, quien comandó el Bloque de Búsqueda contra Pablo Escobar, se convirtió en una de las principales fichas de Varela, hasta 2004 cuando fue asesinado.

En todo caso entre los años 2000, 2001, 2002 y 2003 la guerra entre Varela y Don Diego desembocó en un aumento de asesinatos y delaciones ante las autoridades. Los contactos que cada bando tenía con la institucionalidad colombiana llevaron a una verdadera cacería de brujas, además cada mando medio que era capturado de ambas organizaciones negociaba con el gobierno norteamericano y comenzaba una nueva guerra de delaciones, tal como quedó contado en el libro y la serie de televisión “El Cartel de los Sapos”.

Las delaciones, así como la intensidad de la confrontación llevó a Varela desde finales de 2003, a crear nuevas rutas de salida de cocaína principalmente por Venezuela. Desde finales de ese año Valera trasladó sus operaciones a Venezuela, donde mantenía buenas relaciones con sectores de la fuerza pública de ese país, articulando a “los Rastrojos” como su brazo armado. En Venezuela se crearon campamentos de entrenamiento, reclutaron personal, se convirtieron en grupos de limpieza social y de allí incursionaban a territorio colombiano.

Por su parte, “Don Diego”, aliado con el Bloque Calima y el Bloque Central Bolívar de las AUC, decidió refugiarse en el Magdalena Medio, intentando aprovechar las negociaciones de los paramilitares con el gobierno nacional. Sin embargo fracasó en ese intento y se vio obligado a regresar al Valle del Cauca, donde finalmente fue capturado en la ciudad de Buga.

Dicha dinámica, de delaciones y guerra interna trajo para el caso de Los Rastrojos un proceso acelerado de descentralización, que puede ser analizado en doble vía. Por un lado, Los Rastrojos ante la guerra de delaciones y el aumento de la persecución de las autoridades, optaron por funcionar como un consorcio empresarial, ya que lo que hicieron fue aglutinar una serie de mafiosos, narcotraficantes y contrabandistas locales y a cada uno de estos entregarles una especie de filial regional y local de la gran empresa de Los Rastrojos. Por otro lado, Los Rastrojos enviaban una serie de comisionistas a cada una de estas filiales para supervisar el negocio. Además, cada filial subcontrataba la delincuencia juvenil o común para las labores de cuidar el carreteo de la mercancía y solucionar cualquier disputa. Esto, por supuesto, llevó a un proceso de descentralización bastante fuerte, que se radicalizó luego de la muerte de Varela, o con la llegada de los hermanos Calle Serna.

Los hermanos Calle Serna, al igual que Varela comenzaron desde la parte más baja de la criminalidad. Varela fue Cabo de la Policía y los Comba o hermanos Calle Serna igualmente comenzaron su vida criminal desde cuando ingresaron a milicias del EPL, luego saltaron a manejar una oficina de cobro de Varela en la Valle del Cauca llamada  Mongo, y de allá pasaron a ser los hombres de confianza de Varela.

Manteniendo una tendencia similar al antiguo Cartel de Cali, Los Rastrojos optaron por trabajar más con las autoridades por medio de la corrupción. Así cada vez que pasaba un cargamento de cocaína, entregaban una décima parte del mismo a las autoridades, con lo cual el funcionario corrupto entregaba positivos de incautaciones que a su vez le permitían ganar condecoraciones y ascensos.

Desde principios del año 2011 se venía escuchando de la posibilidad de que los hermanos Calle Serna negociaran una entrega con el gobierno de los Estados Unidos, esto a su vez trajo una disputa entre los hermanos Calle y Diego Rastrojo, que repercutió en el Valle del Cauca, principalmente en el norte y la zona metropolitana de Cali, pero en el resto del país no sucedió lo mismo. Incluso, en Venezuela donde se encontraban tanto los Calle Serna como Diego Rastrojo la violencia interna fue bastante baja. Ello como consecuencia de que las filiales regionales y locales gozan de una autonomía bastante amplia, pero cada filial depende de las otras, con lo que se produce un funcionamiento en red.

Tradicionalmente se acostumbra a estudiar las organizaciones criminales como una estructura piramidal, donde hay un jefe o máximo 3 y de allí en adelante se desprenden una serie de ramificaciones, hasta llegar a la parte más baja de la pirámide. Sin embargo en la actualidad más que estructuras piramidales su funcionamiento es en red, es decir existen pequeños nodos, que pueden ser traquetos, filiales regionales, agentes que están vinculados a la institucionalidad, o tecnócratas del crimen como los lavadores de dinero, quienes se  unen, cada uno cumpliendo su papel para que el negocio funcione.

En este contexto, más que cabezas visibles de la organización, o grandes capos,  se dan pequeños liderazgos regionales y locales, que no giran alrededor de personas, sino de regiones o filiales. Es decir, capturar o dar de baja estos jefes cada vez significa menos traumatismo para cualquier red criminal. Obviamente la captura de estos jefes trae re-acomodamientos en el interior de la red, por la que es posible que la violencia aumente. Cada vez más esta violencia es localizada y racionalizada y los supuestos jefes tendrán menos control sobre las filiales.

Así, luego de la captura de Diego Rastrojo, se podrían producir algunos grados de violencia, que muy seguramente traerá una disputa, que se vivirá en dos sentidos. Por un lado, comenzará una “cacería de brujas”, como ya la había vivido el Cartel del Norte del Valle, por dar con aquellos socios o familiares de los que hacen las delaciones, además de sus testaferros. Por otro lado, los diferentes mandos medios se disputaran el control de la organización de Los Rastrojos.

Sin embargo, esta disputa por el control de la organización no será, generalizada. Se vivirá muy seguramente en el Valle del Cauca y el Zulia venezolano, mientras que en el resto de zonas del país no habrá tal disputa, las filiales seguirán funcionando “normalmente”. La guerra se vivirá en las zonas de tastaferros de los Comba y Diego Rastrojo, donde  se darán las delaciones.

La Captura de Diego Rastrojo, al parecer fue producto de una delación de los Comba o hermanos Calle Serna a la policía Colombiana y esta a su vez le comunicó al gobierno venezolano para proceder a la captura. Aun no está claro, si la información salió directamente de los Comba o algunos socios de estos hacia la Policía colombiana o si pasó por el filtro de la DEA. En todo casa ambas opciones son posibles, la primera debido a que Los Rastrojos siempre tuvieron hombres cercanos a la Policía y, la segunda, por ser parte de los acuerdos de entrega de los Comba.

/ Ariel Ávila
Observatorio del Conflicto / Nuevo Arco Iris.