El Estado no tiene una política seria frente a las Bacrim

Imagen: archivo CNAI, revista Arcanos.

Para el Observatorio de Arco Iris, la ausencia de una política gubernamental seria frente a las BACRIM se ve reflejada en los siguientes indicadores: El Observatorio encontró que las cifras de la Policía Nacional no coinciden dentro de sus propias fuentes. Lo mismo ocurre con las cifras de Acción Social sobre desplazamiento individual por actor armado, las cuales para el año pasado (2012) no han sido consolidadas. El desorden de información ya dice mucho.  Por ejemplo, que solo un sistema integre los datos de la población desplazada con datos de otros tipos de víctimas definidas por la Ley 1448 de 2011, y que para 2012 aún no se haya logrado estructurar, no visibiliza de manera efectiva los focos para combatir la problemática neoparamilitar.

“La violencia contra la población civil de estos grupos ‘neoparas’ reproduce el modelo de los antiguos paramilitares, una violencia para eliminar al contrario  y la utilización de métodos atroces para generar terror y obediencia”.

Pero lo que más preocupa a los investigadores es que no se ha tenido en cuenta el impacto social que las acciones de las bandas criminales están causando en gran parte del territorio nacional. Los civiles son los más afectados: amenazas, asesinatos selectivos, reclutamiento y desplazamiento forzado, extorsiones, violencia sexual y masacres atentan contra la sociedad colombiana. El informe de Arco Iris da cuenta que “la violencia contra la población civil de estos grupos ‘neoparas’ reproduce el modelo de los antiguos paramilitares, una violencia para eliminar al contrario  y la utilización de métodos atroces para generar terror y obediencia”. Así mismo se ha logrado identificar que la relación entre población civil y neoparamilitares no solo está mediada por el accionar violento sino que poco a poco ha logrado capturar a los civiles, pues, estos terminan por integrar una cadena económica legal e ilegal -por la cooptación de las economías informales-. Es decir que nuevos grupos sociales emergen de la economía neoparamilitar.

A las Bacrim no sólo les interesa el narcotráfico

Aunque las cifras demuestran que la base económica de las bandas criminales como ‘Los Rastrojos’ y ‘Los Urabeños’ radica en el control de todas las esferas del narcotráfico, estos grupos han encontrado otras actividades para mantener sus rentas y ejercer poder. Dentro de estas componendas se encuentran: la minería ilegal, que en cierta medida es menos perseguida que el narcotráfico; el lavado de activos, que en suma se ha concentrado en la construcción y la importación, los neoparamilitares tiene grandes estructuras dedicadas al lavado hasta de dineros ilegales venidos de carteles mexicanos; las tierras despojadas por paramilitares y guerrilla. Los neoparas han puesto sus ojos en ejercer poder en el territorio en disputa, pues se dieron cuenta que la tierra es uno de los estandartes de cualquier economía.

De igual forma los neoparamilitares han incursionado en la economía de los centros urbanos. Controlar la extorsión al menudeo, las redes de prostitución, el microtráfico las empresas de apuestas, las tiendas de víveres y el mototaxismo, generan las rentas para mantener los combos delincuenciales que terminan siendo parte del aparato armado de las dos grandes bandas criminales, ‘Rastrojos’ y ‘Urabeños’.

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