“No mueren los que desaparecen sino los que olvidamos”

Ese jueves se celebraba el día del Maestro en el Colegio Jhon F Kennedy, en la Primero de Mayo con 68, y Jenny le había pedido a Pedro, su padre, que le comprara una flor para dársela a su profesora Julia. Como todos los días con su uniforme, su abrigo y de la mano de su padre salieron rumbo al estudio, cursaba cuarto grado. Con la flor en la mano besó a su papá y éste la abrazó y le dijo “a las 12 vuelvo a recogerte, me esperas”.

Con Adriana, su mejor amiga, esperó en el colegio. Pasadas las cuatro de la tarde Adriana resolvió irse para la casa y llevarse a Jenny; allí pasó toda la noche. Candelaria, su madre, sabía que algo había pasado y por eso decidió dejarla allá y recogerla al otro día, luego pasó por sus dos hijos. Su intuición le dijo que Pedro no volvería, sin embargo comenzó a visitar a la Fiscalía, la policía, hospitales, en fin cualquier sitio donde pudieran darle alguna razón. Todo fue en vano.

“No volví al colegio porque se estacionaban señores extraños, vestidos de negro, en una camioneta oscura, sin placas; en otras ocasiones eran motos y yo sentía mucho temor. Con mis dos hermanos, Carlos y Jose decidimos andar acompañando a mi mamá a todas las vueltas que ella tenia que hacer buscando a mi papá. Nos vigilaban, nos seguían, la verdad es que nos daba mucho miedo”, recuerda Jenny con los ojos llorosos.

Pedro era un sindicalista trabajador del extinto Instituto Colombiano para la Reforma Agraria -INCORA- y había llegado con su familia a Bogotá en el año 87 huyéndole a la muerte que lo amenazaba en su ciudad natal, Montería. Por ese ir y venir sus hijos menores nacieron en Medellín y Carlos en Montería.

Jenny  y Pedro en un parque cercano a su residencia en Bogotá. Archivo personal.

Sollozando revive momentos de su niñez.“Conmigo era muy especial, siempre fuimos una familia muy unida a pesar de sus viajes. Los domingos íbamos al parque, salíamos con la comida preparada, se levantaban ellos muy temprano. Llevábamos la merienda, caminábamos mucho: Íbamos al Salitre, al mismo Simón Bolívar cuando los arboles estaban pequeños. Hablaba a solas con mi mamá y luego con cada uno de nosotros, dándonos consejos.

Cuando cometíamos alguna falta nos castigaba. A mi hermano Carlos, como castigo, le tocó leerse el libro de García Marquez Cien años de Soledad y presentar resúmenes por capitulo y leérnoslos a nosotros. Jose como no escribía le tocaba leer historietas y contarnos. Hacer las tareas era algo muy importante. Lo último que recuerdo era que nos preparábamos a celebrar el Día de la Madre y estábamos haciendo las tarjetas, él nos conseguía los materiales y nos orientaba, nos acompañaba”.

Pedro Movilla fue desaparecido el 13 de mayo de 1993, tenía 43 años. Ese día antes de llegar Jenny al colegio hubo personas que preguntaron por ella. Los alumnos de quinto grado dijeron haber escuchado disparos. Ese día sucedieron cosas extrañas cerca al colegio. La investigación sigue abierta pero los responsables no aparecen.

Carlos está terminando la especialización en Pediatría, en Caracas, Venezuela; Jose y Jenny estudian en la Universidad y “Cande” trabaja como funcionaria sindical.

Esta es una de las 30 mil historias que se encontraron en la Plaza de Bolívar, el 27 de agosto, con motivo de la celebración del Día Internacional de las Víctimas de desaparición Forzada. Desde las 10 de la mañana hasta la 4 de la tarde hubo actos culturales con música, poemas, teatro, flores y muchos recuerdos de los miles de desaparecidos desde la década del 70 del siglo XX hasta la década del 20 del siglo XXI.

Convocados por ASFADDES, Familiares Colombia, Fundación Nidya Erika Bautista, Centro de Memoria Paz y Reconciliación y con el apoyo de la Alcaldía Mayor de Bogotá, esta vez fue en la Plaza de Bolívar pero como dijo uno de los asistentes “seguiremos con el recuerdo y la denuncia desde cualquier plaza o calle del país”. “Que la paz nos devuelva el derecho a la verdad y a nuestros seres queridos desaparecidos”.

Por: Félix Cuatindoy Guerrero

El abogado defensor de Presos Políticos Alirio  Pedraza desaparecido en Julio de 1990 y Pedro Movilla  en las fotos de la Galeria de la  Memoria.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las mujeres del  grupo Wipalas preguntan: ¿Dónde están los desparecidos?

 

Otras fotos de la Galería de la Memoria expuesta en la Plaza de Bolívar

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fotos: Félix Cuatindoy