La Verdad no sólo es necesaria sino imprescindible

Foto tomada del portal, El Mundo.Com/ Alejandro Garcia Gomez
Foto tomada del portal, El Mundo.Com/ Alejandro Garcia Gomez

Con una actitud, en lo político, estúpida; en lo social y humano, cínica; y sicarial en sus “métodos de guerra”, en estas últimas semanas las Farc se han empeñado en enconar más este polarizado Proceso de Paz. 

Al utilizar el terror contra la población dejándola sin acueducto o con aguas contaminadas a un plazo incierto (peor); sin luz eléctrica y torres minadas, en zonas extensas donde ésta es de los pocos beneficios civilizadores que llegan cada día; con un supuesto Plan pistola contra compatriotas que han llegado a filas quizá por el mismo desempleo por el que ellos han podido enganchar y envenenar de odio a sus combatientes igual que las Bacrim a los suyos (“plan” que recuerda a Pablo Escobar, su sanguinario y cínico “inventor”); al desatar esta demencial actitud, están carburando “de gratis” a quienes hoy y siempre se han opuesto a cualquier proceso de paz, porque choca contra sus intereses particulares de poder, de dinero o de situación política, etc. Porque muchos compatriotas que creían en el Proceso de paz (a sabiendas de sus dificultades y contratiempos), se empiezan a apartar con un gesto de duda.

A pesar de toda esa demencial conducta y sin nombrar al telenoticiero RCN, hace pocas semanas, su máximo comandante Timochenko aseguró que los medios de comunicación se han empeñado en una campaña de prensa contra el presidente Santos. Calló, eso sí, ante los graves atentados de su grupo a los servicios públicos de la población (que nadie puede ocultar), y calló ante la barbarie en Putumayo, en Tumaco y Nariño, en Buenaventura, en…, etc. Pero a pesar de esta descabellada postura de las Farc y cinismo de su(s) comandante(s), estoy completamente convencido de que la Verdad (así con mayúscula) de la Historia de Colombia, debe ser conocida, con o sin Proceso de Paz.

Tormenta la que se ha desatado en torno al acuerdo sobre la Comisión de la Verdad. Era de esperarse, todos los disparos le han llegado desde diferentes puntos del mismo lado. Algunos vienen almibarados con sofismas hábilmente craneados; otros, más pedestres, no se guardan del cínico descaro. P. Ej: hay quienes recurren a la manida excusa de que hay otros problemas más importantes o inmediatos, y que lo que sólo vamos a lograr es dilapidar tiempo distrayéndonos con la tal Comisión. O que ahora comenzará una loca carrera personal para hacer parte del embeleco. O incluso el, no por repetido menos ingenuo, argumento de casi todas nuestras tragedias: es que como como nuestra genética de colombianos es la de ser violentos, lo que estamos haciendo es algo así como revolviendo un hormiguero, porque todo el mundo querrá vengarse. Semejante al de que todos somos responsables, por tanto todos somos culpables, por tanto “deje así”. Otros alegan que se quiere llevar al Estado a la condición de delincuente. Pregunta: ¿No fue el Estado quien se rebajó a la condición de criminal en personas e instituciones? ¿Queremos tapar el sol con un dedo y “que todo cambie para que todo siga igual”?

Lo cómodo sería volver a montar dos o tres o cinco personajes en Benidorm (u otro sitio lejano) y que cada uno escoja la parte de la marrana que le apetece a sus grupos y a sus familias. Eso ya ocurrió en julio de 1956 entre Laureano (artífice con su hijo Álvaro, sus familiares y los jerarcas de su partido Conservador de esa Violencia) y Lleras Camargo (artífice con sus familiares y los jerarcas de su partido Liberal de la misma, también). ¿Qué Verdad hubo entonces? ¿Qué podía esperarse de tal componenda? ¿Hubo Justicia, Reparación y compromiso de No Repetición? ¿Así es como queremos que quede “tapada” la barbarie otra vez, para que la serpiente vuelva a “morderse la cola”?

Sólo la Verdad podrá traer Perdón. Sólo el reconocimiento público de los instigadores y perpetradores de las atrocidades garantizará la No Repetición. El Perdón irá aparejado a la Justicia, sólo y siempre y cuando los responsables se comprometan a la No Repetición. De lo contrario, ¿qué van a perdonar las víctimas o a quién?

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