La desconfianza electoral nos puede llevar a nuevos paradigmas

“En Hobbes la superación de la desconfianza convierte al hombre que es lobo en hombre que es dios” David Jiménez Castaño

En tiempos de cosecha electoral se rasgan vestiduras acusando opositores y salvaguardando candidatos. Acusaciones van y vienen, medios de comunicación masiva públicos y privados, difunden “impolutas” estadísticas, inflando y desinflando encuestas a su conveniencia, muchas veces con muestras “aleatorias” vergonzantes creando, incluso, cortinas de humo que dispersan la verdad e imponen la incertidumbre, haciendo de la noticia la vedette electoral.

Para nadie es un secreto que existe desconfianza sobre los medios informativos, frente a la veracidad de su información y la certeza de sus estadísticas. Al parecer, estamos obligados a ir más allá de lo que nos cuentan y reflexionar si lo que vemos en medios, redes virtuales, whatsapp, YouTube, Facebook, etc., es verdad sabida o mentira montada, puesto que por ellas lanzan todo tipo de improperios carentes de ética, en contra de los demás aspirantes, tanto al Senado de la República como a la Cámara de Representantes, ni qué decir sobre los candidatos a la Presidencia de la República.

Hoy las redes sociales se encuentran invadidas por frases y eslogan como: “yo voto por el que diga Uribe”, “Voto por el que ponga preso a Uribe”, “Comunistas hijos de p***, castro chavistas”, “Vende patria”, “Bote su voto, no vote”, “Vote en Blanco”, “Oligarquía de mie***”, “Político=ladrón”, “Petro Presidente”, “Procurador Presidente”, “Martha Lucia Presidente”, “Fajardo Presidente”, “Qué ignorante”, “Qué embustero”, “No le cree nadie”, “Tiembla la derecha corrupta”, “Van a entregar el país a la guerrilla” y así sucesivamente, sembrando de incertidumbre a los lectores.

Indudablemente la confianza es un pretexto que vive en el contexto, quienes la construyen y practican elaboran su propio texto a partir de usos y costumbres basadas en valores y creencias, fe y religión, derechos y deberes, disciplina y responsabilidad, cariño y amor, cooperación y trabajo, principios éticos rodeados de múltiples arcanos, trasparencia que inspira lealtad profunda por antonomasia. Perderla puede ser difícil o quizás demasiado fácil, lo complejo es volver a recuperarla.

En Colombia las tres ramas del poder público -ejecutivo, judicial y legislativo- son la mata pública de la desconfianza, carcomidas por la corrupción, riegan con su podredumbre los estamentos públicos del país, al punto que la tal llamada democracia no pase de ser una entelequia basada en el criterio filosófico del “Homo homini lupus”*; haciendo de funcionarios públicos, políticos y seguidores, verdaderos lobos hambrientos cuya única presa es el erario público, botín económico que nutre la corrupción.

La desconfianza es, quizás, la cosecha más productiva en la historia del país, no creer en el otro se convirtió en un principio filosófico generalizado para la vida en sociedad, ley dialéctica denominada “Negación de la Negación” –aplicada a la inversa– donde lo nuevo es desconfiar y lo viejo era confiar.

Desconfiar implica inseguridad sobre las acciones futuras de otra persona, la desconfianza se encuentra sembrada en los corazones de los ciudadanos de manera consciente y voluntaria, surge de quien la sostiene, por lo que no depende del otro de ningún modo, en nuestro caso sus raíces son tan profundas como las del vetiver, conflicto armado, corrupción, narcotráfico, machismo, violencia contra las mujeres, negación de la diferencia entre otras causas.

La génesis de la desconfianza política pudo darse a partir de las desavenencias políticas, tensiones y traiciones entre Bolívar y Santander**, las mismas que se presentaron entre Santos y Uribe, los partidos de derecha y ultra derecha, izquierda y extremo izquierda, demócratas y social demócratas, liberales y conservadores, neoliberales y socialistas, lo cual repercute entre todo el electorado de uno y otro bando polarizando el país político y todos los ciudadanos.

Apreciado lector al finalizar los 5 o 6 minutos que tarde esta lectura, los políticos corruptos se habrán robado más de 200 millones de pesos de nuestros impuestos y regalías, unos 41 millones 600 mil pesos por minuto, saqueados al erario público. “Anualmente los políticos corruptos se roban en Colombia $22 billones de pesos, al mes se roban $1.8 billones de pesos, diariamente se roban $64 mil millones de pesos, y cada hora se desaparecen de nuestros impuestos $2.500 millones de pesos”. (Ver en ¿Cuánto dinero se roban en Colombia?)

Por lo que votar en el próximo debate electoral constituye no solo un reto ético de ciudadanía y democracia sino también un acto de contrición política, puesto que el voto tiene la virtud de empoderar al elegido para que cumpla la función pública de gobernar, educar y formar los ciudadanos, hacer cumplir las leyes, decretos, normas, pero sobre todo fungir como guías espirituales de la ética y la estética publica, imperativo ciudadano que significa ser servidor público.

Durante V siglos hemos sufrido la ignominia depredadora de la clase política, casi todos los indicadores de NBS y NBI, como índices de desarrollo y prosperidad en nuestro país, están por debajo de la mayoría de países suramericanos; educación, salud, movilidad, infraestructura, tecnología, comunicaciones, derechos fundamentales, abuso de autoridad, impunidad y corrupción.

Paradójicamente la democracia nos ha convertido en verdaderos campeones de los impuestos públicos: IVA del 19% (terceros en Suramérica), impuesto del 4 por mil (único en el mundo), según el economista Sergio Calderón Acevedo, las comisiones y descuentos de los bancos por el uso de sus productos y por transacciones como transferencias, depósitos, pagos, recaudos o uso de sus medios de pago son tan altas, que hacen ver al 4 por mil como lo que es: un incómodo, pero insignificante impuesto. (Ver Peor que el cuatro por mil)

Los colombianos de bien estamos atrapados en el oprobioso sistema bancario, obligados por ley a formar parte de su circuito financiero, verdaderos paramilitares de las finanzas públicas y privadas, intocables para los políticos, sanguijuelas enriquecidas con el sudor ajeno.

Estampillas, peajes en carretera y dentro de las ciudades, impuestos a la tasa de la gasolina, predial rural donde el pequeño propietario paga más impuesto que el terrateniente latifundista, donde el analfabetismo en niños y niñas campesinas es del 11.5% y el 83% de niños y niñas menores de 5 años no va al colegio (Ver en Mujeres campesinas: razones para la esperanza). El predial urbano y el catastro urbano se incrementaron en 3%. Qué decir del índice de precio del consumidor, la inflación que se proyecta entre el 3.4 y el 3.5% para este año, la deflación que no existe hace muchos años ni en tiempo de abundancia, todo lo que sube nunca baja o no baja igual.

Hemos construido un país que permite a la desconfianza sentarse a la mesa de la confianza vestida de señora impoluta, haciendo que el odio comparta con el perdón la ilusión de la igualdad, mientras que los políticos y gobernantes de turno estrechados en el falso abrazo de la hipocresía cual dioses del mitológico Olimpo hacen milagros con los dineros públicos y el mortal creyente acepta cada obra como un prodigio del pequeño dios, mas no lo ve como el rol que le corresponde como funcionario público.

Sin el voto obligatorio, el debate electoral que se aproxima no deja de ser una quimera compartida, encrucijada que convoca al ejercicio democrático de elegir y ser elegido, con excepción de Petro y quizás Fajardo, los demás candidatos a presidencia no dejan de ser el continuismo neoliberal que tiene al país atrapado en modelo de desarrollo que sigue enriqueciendo a unos cuantos y empobreciendo a muchos, la inversión extranjera y los tratados de libre comercio TLC, solo sirvieron para empobrecer al pequeño industrial generando nuevos desempleos en sectores de las confecciones, marroquinería, alimentos y otros que no pueden competir con los bajos costos de productos extranjeros que gozan de subsidio estatal.

Es por ello que mi voto es por la propuesta de Gustavo Petro para la construcción de una Colombia Humana, a mi juicio la única que implica un nuevo paradigma con sus tres ejes programáticos: I. Superación de la segregación social; II. Lucha por adaptar a la sociedad al cambio climático y mitigarlo y III. El empoderamiento de lo común y público. Para brindarle una oportunidad a un pensamiento diferente y distanciado de aquel que durante V siglos no fue capaz de sacarnos del ostracismo del subdesarrollo en que aun vivimos, tu voto también decide, atrévete al cambio.

Por: Luis E. Sánchez Puche
Sociólogo.
Corporación Nuevo Arco Iris

* Alocución latina de uso actual que significa ‘el hombre es el lobo del hombre’ o ‘el hombre es un lobo para el hombre’, atribuida al Filosofo Thomas Hobbes ampliamente cuestionados por diferentes autores.

** En 1828, opositores de Bolívar, y seguidores de Santander irrumpieron en el Palacio Presidencial con el objetivo matar al Libertador. Bolívar logró huir y Santander fue acusado de traición. Aunque su castigo era la muerte, Bolívar lo perdonó por sus labores a la patria y lo condenó al destierro.