«Confiemos que no nos pongan a escoger entre dos alternativas mutuamente necesarias».
Preocupante. El Alcalde de Bogotá Gustavo Petro acaba de anunciar el inicio del proceso de compra de predios para la primera línea del Metro. Setecientos mil millones de pesos será el monto de la inversión. Alegra que ello constituya un nuevo avance en el tantas veces aplazado proyecto de movilidad urbana, que por su costo y magnitud, constituye el más importante de la ciudad y el país. Pero inquieta que esta sea una decisión que nos meta de nuevo en el peligroso dilema entre Metro y Transmilenio que ya por fortuna creíamos superado. Que empujar el Metro signifique congelar el sistema de buses rojos, otrora orgullo de los Bogotanos y columna vertebral del Sistema Integrado de Transporte Público SITP.
Intensa fue la discusión y aprobación del presupuesto de la ciudad para la vigencia fiscal del 2105 en el Concejo de la ciudad. Precisamente uno de los asuntos que más inquietud generó entre los cabildantes y formadores de opinión fue la pretensión del gobierno en obtener un cheque en blanco para usar los recursos que la ciudad tiene y los que obtenga, única y exclusivamente en el Metro. Al punto que el presupuesto aprobado incorporó un parágrafo que obliga a la Administración a solicitar la autorización del Concejo para cambiar el destino de los recursos del cupo de endeudamiento cuyo saldo, luego de la contratación de algunas obras, asciende a 2.4 billones de pesos. El Gobierno Distrital alegó una y otra vez, para disipar dudas y suspicacias, que todo dependía de la expedición de un nuevo documento CONPES que deberá ser suscrito entre el Distrito y la Nación sobre los proyectos de movilidad de la Ciudad.
Digámoslo en cristiano. En septiembre de 2013 el Concejo capitalino le aprobó a Petro una solicitud de endeudamiento por 3.8 billones de pesos distribuidos así: 800 mil que ya habían sido autorizados en el 2010 para el Metro pesado; 2.5 billones para obras de movilidad entre las que se incluyen los cables aéreos de Ciudad Bolívar y San Cristóbal, la troncal de Transmilenio por la Avenida Boyacá y 20 obras viales provenientes de la valorización del 2005 vitales para desembotellar populosos sectores principalmente del occidente de la capital, entre las que se destacan las Avenidas José Celestino Mutis, Tintal, Rincón Tabora, Alsacia y Bosa, además de intervenciones de espacio público y ciclorutas; y 489 mil millones para obras sociales en salud, educación y parques. Esta distribución se corresponde con los proyectos de movilidad que la ciudad acordó con la Nación en el documento CONPES 3677 de julio del 2010 aún vigente. Un nuevo Acuerdo Bogotá/ nación debería implicar nuevos aportes del gobierno central para el Metro, un esfuerzo fiscal adicional del Distrito y el cumplimento de la obligación legal de la Nación de financiar el 70% de cada uno de los proyectos de inversión acordados. Ello impediría que el Metro se convierta en un agujero negro que se trague financieramente los necesarios otros modos de transporte y en especial el Transmilenio.
Por eso el anuncio de la compra de predios para el Metro no debería producir tanta euforia. Porque se hace sin haberse producido el nuevo pacto con la nación que debería expresarse en un nuevo documento CONPES que asegure recursos para todos los proyectos de movilidad que ya están identificados como necesarios, incluyendo el Tren de Cercanías. Es como si los tiempos políticos del Alcalde se llevaran por delante las decisiones técnicas más aconsejables. Bogotá está moviendo en 110 kilómetros/carril de Transmilenio lo que debería transportar en 380. Y resulta imperdonable que se meta en el congelador la construcción de una Troncal que como la Boyacá recorrería 8 localidades en el eje norte/sur y transportaría 30 mil pasajeros hora/sentido. Confiemos, por el bien de la ciudad, que no nos pongan a escoger entre dos alternativas mutuamente necesarias y complementarias. Sería tanto como volver a una suerte de “Patria Boba”.
@AntonioSanguino
Tomado de : http://www.kienyke.com/kien-escribe/metro-transmilenio-de-nuevo-atrapados-en-el-falso-dilema/