Nariño en la lógica de la criminalidad

Por Harold Ruiz Moreno

El país asiste a presenciar el incremento del conflicto en la frontera con Venezuela, los medios masivos registran que son más de 4.000 las personas desplazadas y el gobierno nacional hace ingentes esfuerzos para apoyar este drama humanitario, movilizando todo el aparato del estado en su estrategia de desprestigiar al gobierno del país vecino en su lógica uribista de pescar en rio revuelto de actores del paramilitarismo y la presencia del narcotrafico, donde se alían, sin importarles la suerte que vive la sociedad civil, única víctima de toda guerra.

En esta colombia profunda el departamento de Nariño vive el viacrucis de un conflicto y una guerra cruel y dolorosa que diariamente cobra cientos de víctimas producidas por el narcotráfico, el paramilitarismo, la guerrilla, quienes en convivencia con agentes del estado se alimentan de la producción de entre 350 a 370 toneladas de cocaína, ante la mirada cómplice de un gobierno que falta al compromiso suscrito en los acuerdos de paz, que tristemente no llegó a Nariño y que por el contrario registra reiterados hechos de violencia que son iguales o peores que los que ocurren en la frontera vecina.

Una radiografía de lo ocurrido en los últimos días en el Pacífico y pie de monte costero de Nariño lo registra la red solidaria que se identifica con el #SOSPACIFICO quien en reciente pronunciamiento, afirma: “En lo que va corrido de este año, se han presentado 4 masacres en Policarpa, Roberto Payán, Sotomayor y Tumaco, cobrando la vida de 17 personas, entre ellos 6 líderes sociales y una persona en proceso de reincorporación. En el municipio de Olaya Herrera, se han registrado un total de 380 familias desplazadas, que suman alrededor de 1050 personas; para el caso de la Tola, 461 familias que agrupan a 1.267 personas. En cuanto al municipio de El Charco la disputa territorial ha generado el desplazamiento masivo forzado de 410 familias y el confinamiento de 787 familias, es decir, una afectación a 3337 personas aproximadamente, entre ellas 1100 niñas y niñas. Las confrontaciones armadas han impedido la movilidad de sus habitantes para poder salir de esas áreas y preservar sus vidas”.

En la guerra eterna del sur del país, proliferan más de 15 grupos armados ilegales en la costa pacífica y 6 en los municipios de la cordillera, fronteriza con el departamento del Cauca, siendo los principales responsables del drama humanitario cruel y doloroso, que se acrecienta con la disputa que se libra en los últimos días entre el frente Franco Benavides del Comando Conjunto de Occidente y el frente Alfonso Cano de la Segunda Marquetalia, una separación del Frente Óliver Sinisterra de las llamadas disidencias de las Farc.

En año 2020 en Nariño hubo un desplazamiento masivo cada once días, de acuerdo con el informe del Comité Internacional de la Cruz Roja. Asimismo, según el informe anual de la Fundación Desarrollo y Paz (Fundepaz), el año pasado, la violencia sociopolítica en el departamento se incrementó el 11 % con respecto a 2019. Los desplazamientos forzados aumentaron en un 25 % (2.000 personas desplazadas); se presentaron nueve masacres que cobraron la vida de 42 personas y 31 líderes sociales fueron asesinados. 

De lejos lo que ocurre en Nariño es igual o peor a lo vivido en la frontera con Venezuela, agravándose por la ausencia del estado, promesas como las Zonas Futuro que no son más que acciones contra insurgentes con la población civil, los Pdets sólo han llegado a su caracterización y a la formulación de proyectos sin ninguna incidencias que trasformen estos  territorios de conflicto; la sustitución voluntaria que fue una de las mayores expectativas contemplada en el acuerdo de la Habana y que resolvería el conflicto generados por el narcotráfico, este quedó en el incumplimiento, sin respuestas a los acuerdos colectivos firmados con los pequeños productores de cultivos de uso ilícito, con quienes firmaron los acuerdos individuales, el PNIS al cual vincularon a 16.500 familias de Tumaco y 725 de Ipiales (corregimiento de jardines de sucumbíos), lo congelaron y su incumplimiento en los proyectos productivos de sustitución, son la muestra de que el gobierno del Sr Iván Duque en Nariño hacen trizas La Paz, y la mayor muestra de esta realidad, es la radiografía acá consignada, que es el Nariño adolorido, que entierra todos días a sus víctimas, ante la mirada indiferente del país nacional que debe volver su mirada hacia el sur de esta Colombia profunda que tiene sumido en el olvido y abandonó a la lógica de la criminalidad a Nariño.